La crueldad de los girasoles.

Giro hacia atrás desde la cintura. La luz se opaca cuando mi rostro mira de nuevo abajo.
Dislocación.
Un frío de muerte.
La próxima vez que pienses eso de mí, te re cago a trompadas.
El sol mira igual.
Desarmo mi mano en una plancha de metal ardiente.
Levanto una pesada daga horrible.
Asesto al monstruo temiendo ser yo quien reciba mi herida.
Como es arriba, es abajo.
Pero desde atrás de lo otro asoma agua de luz.
Que me atraviesa llevándome consigo.
Giro hacia atrás, desde la espalda. Caída cuántica hacia arriba.
¡Qué bien que la estamos pasando! 
Apretá bien fuerte. Porque sino, se derrite. 
La crueldad de los girasoles.
¿Cómo, amiga, hacías para morir a esos monstruos que crecen otras? 
Cabeza tras cabeza.
Revelando agua de luz. 
La próxima vez que pienses… mordida justo por encima de la otra costilla.
¡Con la indiferencia! Grita desde el borde. Bruja amor.
Asesto y giro. No hay sonido.
¿Cómo se hace para no hacer nada?
Burbujas. Hagan burbujas.
Cae también Alicia por el agujero, corriendo la ausencia siempre detrás de un ser que vive afuera del tiempo.
¡Qué bien crudo que la estamos pasando!
Somos todos seres de lo deforme del bosque.
Ya son más de las tres.
Entro en un tiempo que disloca mi tiempo. 
Presencia dislocada. Materia dislocada. Sustancia. Onda. Partícula.
Caigo para arriba.
Torción aguda. Si el alma fuese un músculo.
Que disfrutes del universo en expansión.
El universo se expande. El universo se agujerea de negro.
Los agujeros negros dislocan la materia. Que estuvo siendo celebrada.
Como es arriba, es abajo también una expandiéndose y agujereándose de negro.
Dislocándose, una.
La canilla de la cocina escupe el exceso de agua.
Transpirar. Vomitar. Mear.
El agua se va por el agujero.
Agua de luz. Expandiéndose.
Hoy me despierto.
Un hueso sobre el otro y ya estoy sentada en el borde de la cama.
Mi nuca sigue ahí. Cierto que ya no uso rodete.
Dejar caer la ausencia del pelo sobre la espalda.

Temblor desde el humus. Raíces debajo del abajo. 
Ahí. 

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