3.Wache.Tabú

Di bifurcación. Te decía que mi deseo corre en múltiples direcciones. Me inundo. Y temo recibir este algo, reptándome por la garganta; arrastrándoseme por el estómago. Di, bifurcada lengua. Corriéndose toda, por tantos cuerpos dimensiones: Vos. Vos. Vos. Vos. Vos. Tantas pieles. Nos dijeron que teníamos que tenernos miedo. No morir. Primero matar. Que la víbora arrastra su estómago por la tierra, sintiéndola toda. Que la virgen se enciende luz, extasiada en su centro. Pero no hubo ningún pie que haya aplastado su cabeza. No. Corre. Qué mentira es esa la del miedo. El miedo planificado, negro, que nos unes contra los otres. Que mío, que muerte, que secos de barro sin sol. Porque sì, había un tobillo. Todos. Hacia el cual todo el universo colapsaba. Corría, por infinitos cauces, imantado, desbocándose. Y la serpiente subió por esa pierna, sintiéndola tierra toda. Con su abdomen, con su vientre, con su lengua. Y el cuerpo luz, expandiéndose goce, desatándose fuente. Se buscaron, se olfatearon, se rodearon círculo, se estallaron sexo. Un sexo híbrido, bífido, entre las caricias de tantos cuerpos, atravesándose vivos, pulsantes. Fueron toda la fuerza. Quebraron el hechizo negro, binario, la trampa que nos separa, une a une, a une, a une. Por todos los causes se expandió entonces, partícula a partícula, reverberada magia, profunda sanación, potencia.
Y se tocó la virgen la piel escamas, la piel deseo. Y la serpiente rendida ante su propia luz, lloraba un cosmos. El pájaro negro, azorado, sintió por primera vez el impacto del calor irreductible de la ternura. Ahora arde. Nos estamos reuniendo. Nos venimos recordando. Une a une

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