4. Wache. serpiente

No hay un afuera de la violencia. Un beso y demoró todo el sol en la boca. Una serpiente sube oleada por un cuerpo. El cuervo mira. Se roza la piel retazos contra mi frente, que no es mía. Es otra. ¿Cuándo qué cosa? Te huelo. Y afuera mueren a otra. Los cercos mienten. Comprimir el aire en alguna parte. Temblor. Abismo. Apartar, del miedo, la mirada amable. Correr por los ojos. Nadar. Y dentro matan a otra. No hay un espacio no violento. Un pie coagula las palabras. Tener. Fijar la corriente víbora en alguna parte. Abollarla nudo. Morir por aquietarla. Morirse sin luz. Sustracción. Quizás una palabra pueda reverberarse en infinitos sentidos, y no ahogarse en puntos quietos, sujetados. ¿Qué nos damos? Tocarnos la herida historia con las yemas de los dedos. Territorio piel. Todo ahí junto. Y acá. ¿Qué dejamos que suceda? El cuervo negro espera. Ternura. Ternura infinita. Mover. Gemir. Tocarse, besarse, agrietarse. Cerrar, del miedo, los ojos. En algún lugar, alguien acaricia un caño frío. ¿Qué dejamos que suceda? La serpiente sube eléctrica, muriéndose y estallándose otra, a cada capa que atraviesa. Salir, de pronto, por completo, hacia vos. El sol en los ojos. Estarme abierta. Quizás sólo duela lo que aquiete. "Y vos, ¿te dejás mirar?" Me preguntaste. Ni vos, ni yo, ni él, ni nadie, terminamos ni empezamos en ninguna parte. El cuervo arde, ama, muere.. y así sana. 

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