que nos damos, palabra
ábrete
vértice
cóncava
hondura
derrama
sobre los
oídos el abismo
que tejiste
de tus pieles
de tus
costras
caracoles
que creaste en tu océano
de mil
arácnidos
nido
temible donde la palabra huye
mi palabra
huida hundida socavada
por el
miedo al reflejo opaco tuyomio
¿quién sabe
de quién?
quizás lo
magnetico entre nos
por vos
allá y yo acá haber pisado
antes
tierra
ya no
sangra mi palabra
ya no quema,
ya no pesa
se ha
vaciado de su abismo,
se ha
vaciado de su mundo, de su mar
de su
costra, caracola, mientras cóncava
tu espacio
se derrama
por sobre mis oídos
galopantes
de toda la
sed
de pie ante
tu misma
ausencia
presente
tu miedo el
mismo
de tocarnos
demasiado profundo
con la
mano, con la palabra
con el
estomago,
que me ha
quedado ardido
¿qué nos
dimos?
se me
escapa de las manos, de los ojos
se me
escapa de la mesa
se chorrea,
se vuelca
se me
esconde debajo
de las
suelas de los zapatos
pulsante, presente
aplastándome
la sangre
que ya no
sangro
que me seco
¿qué nos
damos de esta tierra, de este sol?
¿qué vamos a darnos a las células, palabra?
¿qué vamos a comer
de la mano
de la otra?
¿qué será nuestra materia, nuestro deshecho?
¿qué se aliento
nuevo vivo y fresco, verde
que viene
siempre desde vos?
que sos
tantas
que sos
otras
que soy
tantas
que somos
otras
que tanto
nos movemos
con las
manos,
palabra,
también pasa
todo el
amor del sol
también
este abismo
también
este momento
también
estos miedos desde la boca
la boca de
este vértice
que te abre
cóncavo el espacio donde vertirte cascada
derramándote
sobre mis
oídos
poros
que invades
que inundas
que sangras
desde
dentro y desde fuera,
palabra.
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